Sligo: una escapada de un fin de semana desde Dublín, parando en Cuilcagh
Una vez que estás viviendo aquí, tienes coche o simplemente te entran ganas de explorar algo más que la capital, empieza ese impulso de descubrir todos los rincones que ofrece Irlanda.
Si habéis oído hablar de Cuilcagh, también conocido como las escaleras al cielo, o de la zona de Sligo, quedaos por aquí porque os vamos a contar todo lo que necesitáis saber.
Y si simplemente nos tenéis cariño o queréis seguir descubriendo sitios chulos por Irlanda, estáis en el lugar perfecto.
Y ahora sí… ¡vamos a lo importante!
En este caso, era necesario alquilar coche, así que optamos por GoCar, con un coste total de 110 € de alquiler más 100 € de gasolina.
También podéis echar un vistazo a compañías de alquiler en el aeropuerto, ya que muchas veces resultan más económicas, sobre todo si vais a hacer bastantes kilómetros, como es el caso hasta la zona de Sligo. Nosotros hemos alquilado varias veces con Sixt y nunca hemos tenido ningún problema.
Salimos el sábado bien prontito rumbo a Cuilcagh, también conocido como Stairway to Heaven. Os recomendamos llegar directamente al último aparcamiento, el que aparece en Google Maps como “Cuilcagh”. No os dejéis llevar por los parkings que veréis antes en la carretera, id hasta el último.
Al llegar, encontraréis a una persona que os pedirá unos 6 € por aparcar y “vigilar” el coche. Y desde ahí… ¡toca ponerse las pilas porque empieza la ruta!
También conocido como las escaleras al cielo, y con razón. Las vistas nos parecieron una auténtica pasada, y una vez que llegas arriba, se te olvida el esfuerzo de la subida (o casi).
Las escaleras son bastante empinadas en algunos tramos, pero no os preocupéis, hay descansos y zonas llanas que hacen la subida mucho más llevadera. Seguro que llegáis a la cima sin problema.
En nuestra opinión, es una ruta apta para todo el mundo: vimos desde niños hasta personas mayores haciéndola. Incluso una de nuestras amigas, que juró que no subía ni loca en cuanto vio las escaleras… ¡llegó arriba sin problemas!
La ruta completa son unos 11 km ida y vuelta desde el aparcamiento, así que id con calzado cómodo, agua y algo de abrigo, que arriba suele hacer viento.
Tiempo estimado: contad con unas 3-4 horas en total para hacer la ruta completa con calma.
En nuestro caso, no queríamos perder demasiado tiempo, pero tampoco dejar de disfrutar de ese paisaje increíble que teníamos delante, así que tiramos de bocata arriba del todo, con vistas de lujo incluidas. Al terminar la ruta, nos pusimos de nuevo en marcha hacia nuestro siguiente destino.
Eso sí, el plan dependerá mucho de la época del año en la que vengáis, porque no es lo mismo tener luz hasta las 21:00 que ver anochecer a las 16:30…
Si estáis viajando en los meses con más horas de luz, os recomendamos acercaros después a las Minas de Arigna, en el condado de Roscommon (15€ adultos, 13€ estudiantes y 8€ niños, aunque también tienen descuentos para familias) antes de ir hasta Sligo.
Para nosotros fue todo un descubrimiento, pero eso sí, tened cuidado ya que las carreteras son muy estrechas y apenas hay visibilidad. Respecto a la visita siempre se hace en tour guiado por un antiguo minero (con una duración de menos de una hora), lo que le da un toque muy especial y auténtico a la experiencia.
Lo que más nos sorprendió fue descubrir que estas minas estuvieron activas durante más de 400 años, extrayendo principalmente carbón, hasta que cerraron en 1990. Durante la visita se baja a los túneles originales, donde nos explicaron cómo era el día a día de los mineros y las duras condiciones en las que trabajaban.
A día de hoy, Arigna es la única mina en Irlanda que se puede visitar por dentro, así que si os interesa la historia industrial del país, es una parada muy recomendable.
En caso de que anochezca pronto y no os dé tiempo a visitar las minas, os recomendamos ir directamente a Mullaghmore, un lugar con muchísimo encanto en la costa del condado de Sligo. Allí podréis disfrutar de un paseo tranquilo por la playa mientras contempláis unas vistas espectaculares del océano Atlántico. Al atardecer, el paisaje se vuelve especialmente mágico.
Nosotros dejamos el coche aparcado en un lateral de la carretera —no fuimos los únicos— y nos acercamos caminando hacia el punto panorámico conocido como Siya Miraya Pari Point. Desde allí se obtiene una de las mejores vistas del Castillo de Classiebawn, una impresionante construcción neogótica del siglo XIX situada en un entorno aislado frente al mar.
Este castillo, que parece sacado de una película, fue residencia de verano de Lord Mountbatten, primo del rey y último virrey de la India. Su historia está marcada por un trágico final: en 1979, Mountbatten murió en un atentado del IRA mientras navegaba en la bahía de Mullaghmore, Sligo.
Hoy en día, el castillo no se puede visitar por dentro porque es propiedad privada, pero solo con verlo desde fuera ya merece la pena. Nosotros aprovechamos para dar un paseo, sacar unas cuantas fotos y disfrutar del aire puro del Atlántico. Sin duda, uno de esos rincones que no te esperas y que te deja con la boca abierta.
Y así terminó nuestro primer día de ruta por el condado de Sligo, pero, por supuesto, no podía faltar una buena cena para reponer fuerzas antes de irnos a dormir. Paramos en Harrisons Bar & Restaurant, un sitio muy agradable donde encontraréis de todo: desde pizzas y hamburguesas hasta platos más tradicionales de la zona. Los precios nos parecieron razonables, entre 15 y 20 euros por plato, y las raciones eran generosas.
Para pasar la noche, elegimos el Bed & Breakfast Atlantic Haven, y no pudimos acertar más. Las habitaciones eran amplias, cómodas y muy limpias, con baño privado. Pero lo que realmente marcó la diferencia fue el desayuno, incluido en el precio: lo preparó al momento el propio propietario, que fue encantador, muy atento y siempre pendiente de si queríamos repetir o si había algo que nos apeteciera especialmente. Sin duda, una opción 100 % recomendable para descansar y empezar el día siguiente con energía.
Después de ese pedazo de desayuno, súper completo y variado, estábamos listos para cualquier aventura. Cogimos el coche de nuevo y pusimos rumbo a Benbulbin, una de las montañas más icónicas del noroeste de Irlanda. Las vistas eran espectaculares y el paisaje nos dejó con la boca abierta. Dimos un paseo por la zona para disfrutar del entorno, que por cierto, parece sacado de una postal.
Después, nos dirigimos hacia Devil’s Chimney, donde hicimos una pequeña ruta de unos 30 minutos. El camino es sencillo y al llegar al punto más alto se puede disfrutar de unas vistas impresionantes, con la cascada más alta de Irlanda como telón de fondo. Si ha llovido en los días anteriores, la veréis con más fuerza aún. Os recomendamos acercaros todo lo posible a la cascada y no quedaros en el mirador principal, ya que las vistas cambian completamente y merece mucho la pena.
La siguiente parada fue otra cascada: Glencar Waterfall. Aunque no es la más alta del país, el entorno en el que se encuentra es de cuento, y merece muchísimo la pena acercarse. El acceso es fácil y está bien señalizado, ideal para una parada rápida y bonita.
Antes de poner rumbo de vuelta, hicimos una breve parada en Sligo. Si os pilla de paso, es una ciudad que siempre merece una visita. Os recomendamos pasear por sus calles para descubrir su encanto y algunos de sus rincones con historia. En nuestro caso, nos pilló lluvia y ya estaba anocheciendo, así que dimos solo una vuelta rápida.
Y si tenéis más tiempo y podéis alargar la escapada, os recomendamos bajar hasta el condado de Mayo y visitar Downpatrick Head y las islas Achill, una zona con paisajes espectaculares y mucho menos turística que otras partes del país.
Otra opción muy buena, si preferís terminar el viaje con un toque más cultural, es aprovechar el último día para acercaros hasta Kylemore Abbey, un monasterio rodeado de lagos y montañas que parece sacado de un cuento. Desde allí podéis continuar hacia Galway, una ciudad vibrante y con mucho encanto, perfecta para pasear, escuchar música en directo y cerrar la escapada con muy buen sabor de boca.
Os dejamos un poco más de información sobre la abadía ya que creemos que merece totalmente la pena.
La entrada a Kylemore Abbey incluye el acceso a toda la finca: las salas restauradas de la abadía (planta baja), la iglesia neogótica, el mausoleo, los jardines victorianos amurallados (con autobús lanzadera gratuito), y los senderos junto al lago y el bosque. Por lo tanto, os recomendamos entrar y no quedaros con la típica foto desde lo lejos.
Los precios de las entradas son los siguientes:
La abadía abre todos los días del año, con horarios que varían según la temporada. Por ejemplo, de marzo a octubre, el horario es de 10:00 a 18:00, con última entrada a las 17:00. Para más información y compra de entradas, puedes visitar su sitio web oficial.
Y hasta aquí nuestra escapada desde Dublín. Si tenéis algún día más, podéis enganchar este plan con el viaje a Donegal que ya tenemos subido, ya que en 4 o 5 días da tiempo de sobra para disfrutar de los dos. Esperamos que os haya gustado y que os sirva de ayuda si estáis planeando una ruta por esta parte de Irlanda. Como siempre, cualquier duda podéis dejarla en comentarios o escribirnos por Instagram: @viajandocomopodemos_.
¡Un abrazo y hasta la próxima!